Un accidente cerebrovascular o ataque cerebral sucede cuando el cerebro deja de recibir la sangre y oxígeno necesarios, ocasionando el daño o muerte de sus células. Puede ser causado por un bloqueo, a partir de un coágulo de sangre (en el 80% de los casos) o por una hemorragia, originada por la rotura de un vaso sanguíneo. El ACV puede causar daño severo al cerebro, es la primera causa de invalidez en adultos y es la segunda causa de muerte.
Existen factores de riesgo que lo posibilitan, los cuales hay que tener en cuenta, tratar de evitar o por lo menos llevar un control, como por ejemplo:
- Antecedentes familiares de ACV
- Afecciones cardíacas
- Presión alta
- Diabetes
- Fumar
- Edad
- Estrés
- Obesidad
- Sedentarismo
- Colesterol alto
- Dieta poco saludable
Dependiendo el área del cerebro afectada, una persona que está atravesando un ACV puede demostrar señales repentinas de alerta, como:
- Entumecimiento, falta de sensación, debilidad o parálisis de cara, brazos o piernas.
- Confusión, problemas para hablar o entender.
- Ceguera en uno o los dos ojos.
- Dificultad para caminar, mareo, vértigo, pérdida de equilibrio o falta de coordinación.
- Dolor de cabeza severo sin causa conocida.
En el caso que dude que la persona está teniendo un ACV, para verificarlo puede pedirle que:
- Sonría
- Levante los dos brazos
- Repita una frase
Dependiendo de la dificultad que demuestre para realizarlo, se puede evaluar la gravedad del ACV.
Si considera que la persona tuvo o está atravesando un ACV, acuéstela para que no se caiga, teniendo la precaución que sea sobre de lado. Llame inmediatamente al servicio de emergencias. No le dé ninguna medicación y anote la hora de inicio de los síntomas para informársela a los profesionales. Las primeras tres horas son cruciales para disminuir las secuelas y mejorar la evolución posterior.
Una persona con secuelas de ACV muchas veces necesita realizar rehabilitación. Según los últimos estudios científicos, la Oxigenación Hiperbárica (OHB) es la mejor opción en estos casos, ya que reduce el edema cerebral, la inflamación y la isquemia, estimula la neuroplasticidad, mejora el flujo sanguíneo al cerebro, atenúa déficits motores, disminuye los riesgos de secuelas, mejora la función motora gruesa y fina y ayuda a evitar trastornos circulatorios cerebrales.
Los pacientes que realizan este tratamiento tienen mejoras clínicas notables, restauración del flujo y neuroplasticidad cerebral, por lo que, mejoran sus funciones asociadas al daño ocasionado por el ACV, incluso luego de 36 meses de ocurrido el episodio.
En Centro Inka contamos con un departamento de Medicina Hiperbárica que trabaja conjuntamente con neurokinesiólogos, psicólogos y terapistas ocupacionales para lograr la mejor rehabilitación posible.
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